La piel

Para humectar la piel, podemos utilizar un gran número de alternativas, entre las que se cuentan: El Ananá: Es la opción ideal para hidratar pieles grasas. Se debe triturar su pulpa en una licuadora y mezclarla con jugo de limón, para luego aplicar como mascarilla durante 15 minutos.
La Manzana: Sus importantes propiedades humectantes ayudan mucho a las pieles deshidratadas. Se debe mezclar una manzana rayada con una cucharada de miel y algunas gotitas de jugo de naranja.
La Papa: Hidrata y descongestiona el rostro, sobre todo en las pieles normales. Se debe mezclar una papa deshidratada con leche descremada.
La Palta: Sus propiedades humectantes son ideales para la piel seca, y se pueden utilizar pisándola y aplicándola en forma de máscara.
El Tomate: Gracias a sus sales minerales y vitaminas A, B, y C, es muy útil para las pieles grasas con tendencia al acné, ya que puede revitalizar y tonificar el cutis, especialmente si se lo combina con jugo de apio, pero también si, simplemente, se aplican sus rodajas sobre la piel.
El Aloe Vera: Es muy buena para las pieles grasas y mixtas, ya que ayuda a hidratar y alivia las irritaciones provocadas por el sol. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de reacción alérgica, sería conveniente no ponerla directamente sobre la piel, sino macerar sus hojas, sacarles el jugo, cocinarlo a baño de María, y diluirlo con algunas gotas de agua.
El Aceite de Girasol: Al aplicarlo sobre la piel, forma una barrera que impide la evaporación del agua, por lo que es ideal para hidratar pieles secas.
La piel tiene muchas funciones:
protege del medio ambiente, ayuda a la regulación de la temperatura corporal y al balance de líquidos y de electrolitos, al igual que proporciona los receptores para las sensaciones como el tacto, dolor y presión. Aunque la piel tiene muchas capas, en general se puede dividir en tres porciones principales: la externa (epidermis) que contiene las células de la piel, pigmento y proteínas; la media (dermis) que contiene los vasos sanguíneos, nervios, folículos pilosos, glándulas sebáceas y suministra nutrientes a la epidermis. La capa que está debajo de la dermis (la capa subcutánea) contiene las glándulas sudoríparas, algunos de los folículos pilosos, vasos sanguíneos y grasa. Cada capa contiene también tejido conectivo, con fibras de colágeno para dar soporte y fibras de elastina para dar flexibilidad y fuerza. Los cambios en la piel están relacionados con los factores ambientales, constitución genética, nutrición y otros factores; sin embargo, el factor aislado más importante es la exposición al sol, lo cual es evidente comparando las áreas del cuerpo que tienen una exposición regular al sol con las que están protegidas de la luz solar. Parece que los pigmentos naturales proporcionan algo de protección contra el daño en la piel inducido por el sol. Las personas con ojos azules y piel blanca muestran más cambios en la piel con el envejecimiento que las personas con piel oscura y fuertemente pigmentada.Con el envejecimiento, la capa externa de la piel (epidermis) se adelgaza, aun cuando la cantidad de capas celulares permanecen sin cambio alguno. La cantidad de células que contienen pigmento (melanocitos) disminuye, pero los melanocitos que quedan aumentan de tamaño, de modo que la piel envejecida aparece más delgada, más pálida y traslúcida. Las manchas pigmentadas grandes (denominadas manchas por la edad, manchas hepáticas o lentigos) pueden aparecer en las áreas expuestas al sol. Los cambios en el tejido conectivo reducen la resistencia y la elasticidad de la piel, condición que se conoce como elastosis y es especialmente pronunciada en las áreas expuestas al sol (elastosis solar). Esta condición produce la apariencia correosa, deteriorada por la intemperie, común en granjeros, marineros y otras personas que pasan gran parte de sus vidas al aire libre. Los vasos sanguíneos de la dermis se vuelven más frágiles, lo cual a su vez provoca equimosis y sangrado debajo de la piel, angiomas en cereza y condiciones similares. Las glándulas sebáceas producen menos aceite a medida que se envejece. Los hombres experimentan una mínima disminución, por lo general, después de los 80 años de edad, mientras que las mujeres producen gradualmente menos aceite después de la menopausia, lo que puede hacer que sea más difícil mantener la humedad de la piel causando resequedad y prurito. La capa de grasa subcutánea, que facilita el aislamiento y la amortiguación se adelgaza, incrementando el riesgo de lesionar la piel y reduciendo la capacidad de mantener la temperatura corporal. Como hay menos aislamiento natural, en clima frío se puede presentar hipotermia. Algunos medicamentos son absorbidos por la capa grasa y la pérdida de dicha capa cambia la manera en que dichos medicamentos actúan. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor, haciendo que sea más difícil mantenerse fresco y se incremente el riesgo de hipertermia o de insolación. Los crecimientos como marcas en la piel, verrugas y otras manchas son comunes en las personas mayores. La luz solar puede causar elastosis (pérdida de la elasticidad), los queratoacantomas (crecimientos de piel no cancerosos), el engrosamiento de la piel, los cambios en el pigmento como las manchas del hígado y otras condiciones. Así mismo, la exposición a los rayos solares también ha sido relacionada directamente con los cánceres de piel, incluyendo el epitelioma de células basales, el carcinoma escamocelular y el melanoma.
Se recomienda mantener la piel humectada con lociones y no usar jabones con mucho perfume. No se recomienda el uso de aceites de baño, dado que pueden hacer que la persona resbale y caiga. Humectar la piel es más cómodo y puede hacer que la curación sea mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario