volver a la NATURALEZA


volver a la naturaleza
El pensamiento lógico con el que esta dotada la especie humana ha sido casi desde el principio de los tiempos cronometrados la razón del sufrimiento. La negativa del fanatismo lógico a dejarse sublimar, y llevar el “dominio” hasta lo imposible, ha sido la causa del protagonismo de las sensaciones de frustración, insatisfacción, agobio y opresión del alma moderna.
Humano es ser inteligente, inteligente es dominar lo natural, racionalizar la naturaleza, cuantificar y organizar las fuerzas caóticas, numerar el desorden. Partiendo de esas premisas la conexión natural de humano – ambiente, se tercerizo, mediatizo y distorsionó.
Humano es conciencia de tiempo, deseo de superación, necesidad de dominio. Humano siembra su semilla, cosecha la planta, se alimenta y sobrevive. Humano aplica la lógica, dominio sobre la naturaleza, siembra dos semillas, ahora el invierno también tendrá alimento. Tres semillas, verano, invierno, cambia la tercera por una piel de oso. Cuatro, verano, invierno, piel de oso, acumulación. Cinco, verano invierno, oso, acumulación, sobrante. Así hasta dominar el entorno, crecer en poder, incorporar herramientas, desbordar, crear un reino previsible, ordenado y con herramientas para desterrar los caprichos de la naturaleza y su caos (o lógica natural).
Más y más tercerizada la relación moderna cumplimenta el ciclo de mayor distanciamiento posible de lo narural. Guías de turismo llevan al citadino al encuentro con la naturaleza.
El paquete incluye caminatas por selvas, conocer una plantación donde los nativos cultivan los frutos de la zona, baños en ríos y arroyos, trepar montes y vuelta al hotel al anochecer para una cena con tenedores, cucharas y copas para el vino y el agua.
A este tipo de contacto natural solo tienen acceso aquellos humanos con determinado poder adquisitivo ya que unas vacaciones “naturales” tienen su costo para aquel que luego de semejante contacto extraño volverá al pavimento, la comunicación mediática y los motores a explosión. Allí donde el término "natural" se refiere a un yogur de frutas en una oficina del piso sesenta del complejo de bloques edilicios de una mega metrópolis.
El humano lógico desterró a los mediadores chamanes, dioses, gurúes y cualquier síntoma de predominio natural. La universidad lógico – empirista dio a artistas, cazadores, brujos y adivinos certificados sociales de validez: licenciado en bellas artes, chefs, doctores y consultores económicos. Dominar el conocimiento de un área especifica del intelecto o del quehacer.
A mayor humanidad de concepción "humana": mayor muerte, mayor violencia, mayor intención de dominio, mayor frustración, insatisfacción y desazón.
Es difícil desterrar el fantasma cultural que dio paso al humano dominante en los términos de dominio que hoy concibe. Es difícil dejarse sublimar por un paisaje sin pensar: me gustaría tener mi casa aquí, con un bellos jardín racionalizado y construir un grupo de cabañas para alquilar en temporada alta y vivir de ello.
Es difícil para el ingeniero químico ver un mar virgen y desterrar el fantasma de ¿habrá petróleo aquí debajo?
Es así que el citadino declara más de mil veces: muy lindo para vacacionar, pero no soportaría vivir en la naturaleza.
Simplemente tomamos aquel camino de la especialización, del intercambio simbólico de unidad monetaria, del dominio y la tranquilidad de lo previsible.
De toda está paz lógica y racional es que también el humano se alejó de la lógica y racionalidad natural, y el encuentro obligado en situaciones inevitables entre ambos mundos escindidos se vive con terror absoluto y pavoroso miedo. La naturaleza se presenta en la muerte, en las catástrofes climáticas, en el humano que dejó (o nunca tuvo) acceso al poder del dinero. Allí cara a cara con lo natural la inteligencia, la lógica humana, se desmorona a pedazos y si la religión (cualquiera sea esta) o las creencias metafísicas no cumplen su función de salvataje: habla quedado el humano superado.
Superado como un detalle de la naturaleza que se niega a si misma, como una basura en el ojo del huracán, como una lógica que no compendió su legitima razón de ser y juzgó de irrelevante su relación armónica con lo natural para fundar su propia naturaleza, aquella capaz de solo cultivar la inteligencia en pos del dominio y no del encuentro e intercambio con el entorno que se esfuerza en negar.
por José M. Pascual

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