El Quechua

He escuchado repetidas veces que a los idiomas indígenas de Bolivia se les llama “dialectos”, y me molesta cada vez que se usa ese término, de esa manera.
En primer lugar, simplemente es un uso incorrecto de la palabra “dialecto”. El Pequeño Larousse Ilustrado, por ejemplo, define dialecto como “variedad regional de una lengua”. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿El Quechua (por ejemplo), es variedad regional de qué otra lengua? ¿Del español? ¿Del inglés? ¿Del ruso, quizás? Es obvio que no es “variedad regional” de ninguno de estos idiomas. Es una lengua – o un idioma – independiente.
(Nota: Para los que no han oído hablar del Quechua, se trata del idioma hablado en el Reino Incaico. Se sigue hablando, especialmente, en grandes partes de Bolivia, Perú y Ecuador.)
En Alemania, las variaciones regionales en el habla son tan grandes que es difícil que un alemán del norte se comunique con uno del sur – a menos que ambos hablen el idioma oficial. Sin embargo, las variedades regionales tienen suficiente similitud como para poder reconocer un origen común. En resumen, hay varios dialectos del alemán. Algo similar pasa con el inglés hablado en diferentes países. Hay variaciones regionales; es decir, hay varios dialectos del inglés.
Es ya un poco más dudoso si se debería usar la palabra “dialecto” para las diferencias entre el español de Bolivia y Argentina, por ejemplo, simplemente porque las diferencias son menores.
El Quechua, también, obviamente tiene variaciones regionales. Entonces, aunque no es correcto hablar del Quechua (en su totalidad) como dialecto (repito: ¿variación regional de qué?), sí podemos hablar del dialecto del Quechua hablado, por ejemplo, en Cochabamba – para distinguirlo del Quechua hablado en otras partes de Bolivia, o en el Perú, por ejemplo.
Ahora bien, a pesar de lo expuesto, este uso incorrecto de las palabras, en sí, es lo que menos me molesta. Ya estoy acostumbrado a que mucha gente use el género incorrecto para ciertas palabras, o que diga “yerna” en vez de “nuera”, por ejemplo.
Sin embargo, en todo este asunto hay un aspecto que es inmensamente más siniestro: Es obvio que el uso incorrecto de la palabra “dialecto”, para referirse a idiomas indígenas, tiene su origen en una campaña sistemática para oprimir a los pueblos indígenas. Y si hoy en día usamos la palabra “dialecto” para idiomas indígenas, estamos perpetuando – quizás inconscientemente – esta campaña, que data de los tiempos de la conquista del continente americano por los europeos.
Y es que para justificar la cruel opresión de los pueblos indígenas, era necesario denigrarles primero, para luego poder decir: “Ellos son inferiores a nosotros, por lo tanto, merecen cualquier daño que les inflijamos”, o algo por el estilo; o incluso: “Es por su propio bien – su cultura es muy inferior a la nuestra”. Muchas campañas de denigración se basan en este mismo modelo: denigrar primero, para después tener una justificación para la opresión.
Se ha denigrado la cultura de los pueblos indígenas, sus creencias religiosas, su organización social, y su misma condición como humanos: frecuentemente, los indígenas fueron considerados como animales.
Y por último, ni siquiera se quiso reconocer que los pueblos indígenas tienen un idioma que sea digno de llamarse así. Por lo tanto, se usó una palabra diferente – e incorrecta desde el punto de vista lingüístico – para insinuar que los idiomas de los conquistados eran inferiores a los idiomas de los conquistadores.
En realidad, las diferentes culturas indígenas no tenían nada que envidiar a la “cultura” occidental de hace 500 años, ni a la actual. En muchos aspectos, eran superiores.
Por ejemplo, los indígenas generalmente vivían en armonía con la naturaleza, y toda su organización era sostenible. La civilización occidental no es sostenible – se está agotando gran parte de la materia prima no renovable, se está envenenando todo el Planeta Tierra, y los desiertos aumentan de tamaño cada año.
En cuanto a la sociedad en general, no me gustaría presentar la vida moderna como ejemplo ideal de cómo deberían funcionar las cosas. Basta ver los problemas que hay actualmente con alcoholismo, criminalidad, extremos de riqueza y pobreza, y muchos otros.
Las religiones indígenas tenían un alto estándar ético, y un gran respeto por la naturaleza – ver arriba. No haré, en este momento, una comparación minuciosa – basta decir que si los invasores europeos hubieran creído en cualquier dios fuera del poder y el dinero, no hubieran cometido las atrocidades que cometieron. Personalmente, no creo que las religiones indígenas del continente americano eran inferiores a otras religiones.
Y por último, viendo el aspecto lingüístico, las lenguas indígenas son altamente estructuradas, al igual que cualquier idioma europeo, y no merecen ningún término despectivo.
Si por otra parte se observan, actualmente, diversos problemas entre los pueblos indígenas, esto se debe, en gran parte, a que ya han tenido demasiado contacto con la “civilización” occidental.
Si nos proponemos respetar y estudiar las culturas indígenas, estoy seguro que podríamos aprender mucho de ellas.
En resumen, les ruego a los lectores que antes de usar la palabra “dialecto” como sinónimo de “idioma indígena”, se pregunten: ¿Quiere seguir siendo cómplice de la campaña de opresión contra los pueblos indígenas?

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